Dos cuentos Felinos

Call center

Discúlpenos por haberlo hecho esperar tanto en la línea, señor Cassiani. Usted marcó el asterisco setenta y ocho correspondiente a la atención a pacientes en estados depresivos. ¿Desde cuándo se siente así? ¿Identifica la causa de su estado? Ajá… sí… Una traición… Veo…. Y fue despedido…. Ok, bien. Comencemos el primer punto de nuestro programa. Repita conmigo “Comprendo que mi falta de confianza me aleja de los demás”…  ¿Qué no le gusta, señor Cassiani?… Bueno, es que las afirmaciones positivas le ayudarán a… Le parecen una estupidez.., este es un ejercicio de empoderamiento, señor, le ayudarán a entender que usted es el dueño de su destino… Sí, puede parecer confuso, no desespere… Quiere hablar sobre esa traición… Mire, procure no revivir hechos dolorosos del pasado, enfoquémonos en el hoy…  Olvídese de eso ya, lea, aprenda algo nuevo. Olvidar le llevará un par de años…  No, espere, antes de colgar, le pregunto ¿Sabe usted cuánto vale como persona?… ¿Cómo que de qué sirve saberlo? Es vital que lo tenga claro para poner a cada cosa en su lugar… Sí, cada cosa… A todos nos hacen daño en algún momento de la vida, señor Cassiani… No llore, es normal sentirse miserable a veces… Sí, sí… Cuando eso ocurra no se olvide de seguir los puntos del protocolo uno: a) enfóquese en situaciones positivas, b) visualice un futuro feliz, c) póngase metas pequeñas y realizables, y d) imagine a quienes lo dañaron siendo beneficiarios de su perdón… Calma, calma, respire profundo, cuente conmigo hasta diez. Uno, dos, tres, cuatro… Es que perdonar es soltar una carga para usted… Tal vez la operadora anterior olvidó hablarle del programa Qué hacer cuando mis enemigos son felices ¿No? Ok, le explico, sucede que nuestros enemigos son producto de nuestra imaginación, usted solo recuerda aquello que su ego malinterpretó… ¿Por qué dice que perdió su dinero? No, no, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, vamos por partes, Señor Cassiani: debe acostumbrarse a ver la felicidad de quienes arruinaron la suya, no debe vengarse ni sentarse a esperar que el otro muera. Recuerde el protocolo tres del programa Proyecte una imagen de éxito, punto c)… ¿Alo? ¿Señor Cassiani, sigue ahí?  ¿Le importaría responder una encuesta?

***

Bienvenido a nuestras líneas de Tarot y videncia. ¿Qué quieres saber, Julio?… Veo… Un colega suyo… Usted quiere saber qué hacer en esta situación y si habrá justicia en todo esto, ¿cierto?… Bien, veamos qué le revelan las cartas. En estos momentos me encuentro barajando para ti. Vamos a cortar el mazo en tres partes. Mis guías me piden que elija la pila dos. En el fondo del mazo aparece el arcano de la Torre, lo cual me indica que usted está pasando por un momento de derrota y abatimiento, siente que su vida se le ha derrumbado. Veamos qué más me dicen las cartas. Ay, mi vida, a usted me lo trabajaron… Sí, no te asustes, cariño, pero a ti te hicieron un trabajo. La carta de El Mago al lado de La Luna es muy clara…  Ok, vamos a preguntar por ese colega tuyo…  Efectivamente: siete de espadas y tres de bastos, esta persona me lo traicionó. ¿Qué más quieres saber?… ¿Cuál será su karma, cómo lo pagará?… Estoy barajando para ti. Siento que mis guías me dicen que ya debo dejar de barajar. Bueno, mi vida: mira, no te me desanimes, pero aquí te aparece la carta de La Estrella.  Esta carta me dice que a esta persona le espera un futuro luminoso, también tiene a su favor la carta de El Mundo y El Carro. Esta persona va como un cohete hacia el triunfo, cariño, hay abundancia en su vida, tiene éxito en todos los aspectos de su vida, y es porque su colega es astuto como un zorro. Vaya. También me sale la carta de El Emperador, lo cual me dice que esta persona acaba de ocupar un cargo de mucha responsabilidad en la empresa de la que te despidieron. ¿Qué más quieres saber? ¿Julio? ¿Sigues en la línea? ¿Quieres que hagamos un trabajo de proyección para ti? Son ochocientos mil pesos, incluye limpieza de aura. ¿Julio?

***

Buenosdías,señorJulioCassiani,bienvenidoalcallcenterdel

DepartamentodeControly ComerciodeArmas…

Espereunmomentoenlíneamientrasleapartamossucita.

Recuerdequeparalafechadebepresentarseconla

solicituddeadquisicióndelpermisoparael

porteotenenciadearmasdirigidaalJefedelDepartamento

deControlyComerciodeArmas,consufirma,dirección,

correoelectrónicoycéduladeciudadanía,también

debepresentarfotocopiadelacédula,

extractosbancariosdelosúltimostresmeses

yuncertificadodeingresosmensualesdeempleado…

Este cuento

Una legión de cucarachas atacaba mi casa en un sueño. Volaba en el cielo de la mañana como una amenazante plaga de langostas. Clavé tablas en las puertas y las ventanas para detenerlas. Fue inútil, ya estaban sobre mí.

La noche siguiente me desmaquillaba frente al lavamanos. Una cucaracha salió de la toalla que alcancé para secarme. Voló a mi frente, luego se posó en la puerta de la habitación. Mi instinto asesino se llenó de ira. Con una chancleta le di un golpe violento y preciso. Imposible fallar. Después del asqueroso crujido, solo quedaba verla caer. No cayó. No hubo ningún cadáver aplastado, ni siquiera una señal viscosa en la suela. Busqué su rastro por toda la habitación, al otro lado de la puerta, en los zapatos. Hasta me atreví a abrir las gavetas del armario (uno nunca sabe). Traté de conservar el juicio, creyendo que un camino de hormigas me mostraría sus restos por la mañana. No hubo hormigas.

***

Soñaba con saltamontes que se multiplicaban en la cocina. Eran verdes, había grandes y  pequeños. ¿De dónde salían tantos?  Me desperté sobresaltada. A la media mañana, un saltamontes grande al que le faltaba una pata apareció a un costado de mi cama. Recordé mi duelo con la cucaracha hace unas noches, así que me dejé puesta la chancleta y abrí la ventana para que huyera. Se fue cuando le dio la gana.

***

Nadaba en una piscina en una noche opaca. No me asqueaban las lombrices que flotaban a mí lado. Borrosas y ciegas, se desplazaban hacia la superficie. Yo subía  con ellas. Pasaron los días después de ese sueño difuso. Fui a ponerme un bluejean cuando algo puntiagudo tocó mi pierna, era un ciempiés. Cayó al suelo más asustado que yo buscando donde esconderse. La alternancia de sus patitas, esa ola sincrónica pisando mi habitación, me infundió cierto respeto. ¡Vaya maquinita más perfecta! Qué extraña y temible pieza de supervivencia. ¡Oh, maravilla! Tengo que matarla.

Mi chancleta otra vez… Fueron varios golpes, los últimos más dudosos y culpables. El muy digno no abandonaba la lucha. Resignada, acepté su valor y opté por arrojarlo moribundo al monte más lejano que encontré.

Regresé a casa extrañada sin apenas distinguir una realidad de la otra. Si los bichos siguen saliendo de mis sueños, pensé, me veré obligada a escribirles este cuento.

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