Hernán Casciari, creador de la blognovela

A raíz de mi proyecto de tesis de grado[1], entrevisté al escritor argentino Hernán Casciari, creador de este formato de escritura literaria con el blog Más respeto que soy tu madre (2003). El autor aceptó muy amablemente a contestar, vía chat, mis inquietudes. Sus explicaciones me resultaron valiosas para concluir mi trabajo académico. Desenvuelto, ágil, sus respuestas representan, a mi juicio, un aporte para los futuros estudiosos de las características de este género, posible gracias a la aparición de la computadora, la Internet y el chat.

La entrevista me la concedió en julio de 2009, y la publico como una muestra temprana de mi vocación periodística.

¿Qué es la blognovela?

Se trata de una obra escrita en primera persona, donde la trama ocurre siempre en tiempo real. Por tanto, no son válidas las extrapolaciones, ni un transcurso del devenir diferente al de la fecha de publicación. El protagonista se reconoce como gestor del formato (el weblog), la realidad afecta al devenir de la trama, el protagonista ‘existe’ fuera de la historia (lo que indica que los lectores tienen el derecho de interactuar con el personaje principal desde un sistema de comentarios), y, finalmente, el autor no aparece nunca mencionado dentro del territorio de la ficción.

¿Por qué considera que la blognovela es un género literario y cuáles son sus características?

Cuando se me pregunta si la blognovela es un formato para escribir novelas o un género literario en sí mismo, suelo decir que es mucho menos que eso: se trata, sencillamente, de un espectáculo en vivo. Si la blognovela no tuviese espectadores habría que llamarla de otro modo; y si ya ocurrió o aún está por ocurrir, también debería llamarse de otro modo. La blognovela ‘es’ mientras ocurre, y en tanto un grupo humano compacto le esté prestando atención. De lo contrario es feto o ya ha muerto.

¿Cómo surgió la idea de hacerse pasar por Mirta Bertoti?

Todo ocurrió en septiembre de 2003: vivíamos en un departamento del barrio de Gracia que entonces nos parecía suficiente. Yo tenía un empleo nocturno, mi ciudadanía italiana no llegaba nunca. Era un trabajo periodístico aburrido, facilón y mal pago que, sin embargo, me salvó el bolsillo en las épocas que no portaba una nacionalidad decente.

Me levantaba a las dos de la mañana y me iba a una oficina de la Rambla Catalunya. Debía estar allí hasta las nueve, la noche entera, haciendo una labor absurda que no requería más de dos horas. Para no aburrirme las cinco restantes, abrí un blog y empecé a escribir en él como si fuese un ama de casa de pueblo. Había viajado un mes antes de Buenos Aires, de visita.

Tenía tan fresco todavía el viaje a Buenos Aires, tan presente la música oral de Mercedes, que me pareció divertido llegar a la oficina cada madrugada y hacer una caricatura de mi barrio, una exageración de mi familia, un chiste interno de aquel descontrol que me había empapado durante veinte días. No buscaba nada escribiendo aquello, pero inventarlo me hacía feliz.

Una de esas noches, mientras tecleaba los primeros cuentitos, inició sesión Cristina en el messenger (ella en casa, yo en la oficina) y sin decirme Hola escribió: —Vamos a ser papás.

Dejé al ama de casa del blog hablando sola, las luces prendidas del edificio, el ascensor abierto, las llaves puestas, y me escapé del empleo nocturno a mitad de la noche, pidiendo a gritos un taxi, para que Cristina me repitiera esas cuatro palabras a la cara. No buscábamos un hijo, pero la noticia me hizo feliz.

Todo lo que pasó desde entonces fue veloz, extraño e imprevisto. La panza de Cristina creció, mi culo creció, el blog del ama de casa se llenó de gente desconocida. Cada vez hacía menos sacrificios en el empleo nocturno: dedicaba las noches, ya casi al completo, a escribir aquellos cuentos, que sin querer se estaban convirtiendo en una novela rara y espontánea.

Yo sabía que, tarde o temprano, mis jefes se darían cuenta de mi inoperancia descarada, pero busqué hasta el final un equilibrio entre el mínimo esfuerzo y el ocio permanente. Entonces, una tarde, nació Nina. Al mismo tiempo acabé aquel blog de la mujer gorda y comencé otro de textos breves, en el que me dediqué a despotricar contra España con la voz de un argentino quejoso.

Poco después, y gracias a esos hobbies, ya no tuve que ir a ninguna parte a fingir un empleo, porque había encontrado —sin buscarlo mucho— el modo de hacer redituable el ocio, aniquilando el esfuerzo por completo.

¿Por qué decidió ser Mirta y no otro personaje: un celador, por ejemplo?

Los blogs empezaban, en esa época, a ser más o menos conocidos, pero más que nada por gente moderna, por geeks. Ellos usaban la herramienta de un modo muy autorreferencial, para hablar de tecnología. Y a mí me pareció un buen chiste interno que a esa herramienta la utilizara alguien con analfabetismo digital y un ama de casa de pueblo me pareció adecuado para solventar ese chiste. Para “desprestigiarle” la herramienta a tanto pelotudón con iPhone.

¿Es decir que fue como una crítica a los “Yupis”?

No, quizás un modo de burlarme de ellos sin que se dieran cuenta. Porque debemos recordar que yo no estaba haciendo ficción abiertamente, sino “haciéndoles creer” que la que escribía era realmente una señora de pueblo.

¿Cree que si no hubiera sido por el blog de alguna manera hubieras escrito esa historia?

No hubiera escrito esa historia en otro formato, no en uno tradicional. Ayudaron dos cosas a que lo hiciera: uno, el vivir fuera de mi tierra, y dos, el hecho de que rápidamente lectores desconocidos se hayan sentido atrapados por la historia. Ésta última eventualidad me impulsó a continuar y acabar la historia. No lo hubiera hecho si los lectores no hubiesen aparecido.

¿Los lectores fueron su inspiración?

La única. ¿Qué sentido hubiera tenido hablar para las paredes? De hecho, cuando empecé, la idea era hacer cuentitos sin hilo alguno. Yo mismo no tenía pensado seguir más de una semana o dos. Pero la aparición espontánea de desconocidos me envalentonó. “¿Ah, les gusta? ¿Quieren más?” Etcétera.

¿Cuando se enteraron que usted era él y no ella, qué sucedió? he leído que mucha gente se indignó. Pero de igual manera siguieron fieles a la ilusión de Mirta. Quisiera saber más anécdotas sobre ésta, porque es uno de los puntos más interesantes ¿Cómo se sintió?

A mitad de la novela hice un intervalo de un mes. En la historia, Mirta se iba con su esposo a una “segunda luna de miel”. Ella misma, antes de despedirse, enlazó a una página desconocida. Esa página era Orsai. El primer artículo de Orsai. Ese artículo de Orsai empieza así: “Hola, me llamo tal, y ayer acabé la primera parte de un experimento de ficción llamado etcétera”. En los comentarios a ese primer artículo de Orsai tienes todas las indignaciones que quieras. Literales y escritas de puño y letra por los lectores de la blognovela.

En este punto, el blog dejó de publicarse durante treinta días. Mirta y sus textos estuvieron de regreso el 1 de abril de 2004, con el capítulo 160. Sin embargo, en medio de las vacaciones del matrimonio, los lectores conocieron la identidad del autor de la blognovela, desde el entonces flamante blog Orsai y su primera entrada, que se llamó El viejo folletín y las nuevas tecnologías, fechado. Hay muchas notas al pie en la historia, explicando situaciones ajenas al relato.

¿Por qué decidiste darte a conocer?

Darme a conocer, en ese punto de la historia, fue una necesidad de marketing. La historia comenzaba a aparecer en la prensa, los diarios hablaban del asunto, y a raíz del anonimato yo no podía capitalizar el fenómeno. Después de eso, claro, el teléfono de casa comenzó a sonar y las editoriales a interesarse. Antes, no sabían a dónde llamar. (En Orsai, desde el primer día, aparece mi teléfono).

¿Cómo lo trató la prensa española?

Eran épocas en que cualquiera que se tirase un pedo por internet era llamado “pionero”. Me trataron siempre muy bien, pero nunca me lo creí demasiado.

¿Qué piensas de toda esta experiencia?

Me divierte muchísimo escribir, todo lo demás me aburre bastante. ¿Qué pienso? Que estaba en el sitio correcto y en el momento correcto… con una historia que tenía ganas de contar. No siempre todo se da tan a favor.

¿Cómo hiciste para que tu blog fuera leído, lo promocionaste o simplemente entrabas a otros blogs a comentar?

No, no hice nada, la gente entró muy de a poco, y después fue todo boca a boca

¿En aquella época no entrabas a otros blogs? Por ahí encontré uno de Las cinco del viernes

Había muy poquitos, ese era uno y un par más que “Mirta leía”.

¿Cuáles?

No existen ya. Uno se llamaba “Borjamari”, y también lo usé de personaje de la novela y otro era Daliuska (mexicana), que aparece en la novela también pero hoy no están ya esos.

¿En el blog aparece un chat, por qué agregarle un chat a la historia?

Eran “sorpresas”, juegos fuera de lo que los lectores esperaban. A veces esperaban texto y yo les daba otro recurso. Poder contar un cuento por Messenger siempre me resultó innovador. Cuando Mirta descubre que nacho es gay, lo hace a través del messenger. Esa es una historia contada con un recurso nuevo. Y el chat, lo mismo. Me imaginé la típica conversación chismosa de la cola de la carnicería, pero en el ámbito tecnológico de un chat. Entonces imaginé que el carnicero del barrio ponía “comercio electrónico” y que todas las señoras, en vez de ir a comprar, compraban desde su casa, pero sin perder la chismografía en las conversaciones.

(Ver La blognovela, un nuevo género literario)

[1] El papel que desempeña el blog masrespeto.blognovelas.es de Hernán Casciari en la creación de un nuevo género literario: la Blognovela, tesis para optar al título de Comunicadora social y periodista de la Universidad Sergio Arboleda, Santa Marta, 2011.

 

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