Mamani-Mamani, el niño terrible de los Andes

“Soy un niño terrible, soy un niño Aymara. /Soy un niño terrible, que juega con los colores./ con una ñusta tejedora que tiñe los mantos sagrados/ soy un niño con manos pequeñas que juega con el barro/ como amauta con las estrellas que observa el destino de la vida. / Soy un niño de los Andes, que juega con el arcoíris./ El color; su existencia es la alegría; /sentirlo, olerlo, es un placer, es una pasión.” Canta el pintor boliviano Mamani-Mamani.

Cuando Roberto Mamani-Mamani vivía en Cochabamba, tierra de indígenas Quechuas ubicada en el centro de Bolivia, escuchó la conversación de sus padres sobre el  canto de las aves. “Dijeron que alguien iba a llegar y, efectivamente, esa noche llegaron unos parientes. Me pregunté entonces, ¿cómo pueden entender el canto de los pájaros? Esto es algo mágico, expresé. Fue entonces cuando decidí nombrar a mi obra como Mágico Andino”, dijo el artista indígena.

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Pequeño sol de los Andes.

Mamani significa águila en lengua Aymara, un apellido bastante común dentro de la comunidad Quechua de los Andes bolivianos, pero Mamani-Mamani solo hay uno, según expresó. Mamani-Mamani es un ser andino escogido por los dioses para llevar el mensaje de los Achachilas (espíritus tutelares que protegen a los pueblos y que encarnan la presencia de los antepasados), las aves y las montañas al mundo entero.

Según contó a la revista Macondo, pinta desde que recuerda. Es un artista autodidacta, porque afirma haber sido inspirado y guiado por dioses Quechuas. Tan solo a sus 15 años de edad ofreció su primera exposición siendo considerado por la crítica de su país como un pintor profesional. “Son 35 años que vivo del arte, despido arte y toda mi vida es un arte”, confirma.

“El niño terrible” ha cumplido con el ordenamiento de sus dioses, al llevar en sus pinturas toda la energía de los Andes a países como Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela, Cuba, México, Canadá, Estados Unidos, Japón, Alemania, Dinamarca, España, Holanda, China, Corea del Sur, Australia, Italia, Francia, Inglaterra y Colombia; donde recientemente estuvo en la Feria de Arte Contemporáneo BarranquillArte 2013.

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Esta entrevista fue publicada en el suplemento dominical Macondo de Hoy Diario del Magdalena, el 26 de mayo de 2013.

EL MÁGICO ANDINO

Su obra es enigmática y espiritual. Maneja toda la cosmovisión andina: la identidad, el orgullo, la ritualidad y las ofrendas. Personajes como el Hombre Coca o Illiapa (dios de los tres nombres), aparecen en sus cuadros de colores vivos, primarios y secundarios envueltos en un aura de energía que sobresale entre todas las formas.

“Esta riqueza ha sido la base de mi obra, la base de mi arte, porque detrás de ellos existe una forma de vida, una forma de armonía. Todo este conocimiento se ha transmitido de generación en generación, Yo, por ejemplo, lo recibí de mi abuela, que me enseñó a  respetar el agua. Ella decía, el agua es de todos y es de nadie. También aprendí que hay que pedir permiso para subir a las montañas. Todo ese concepto es lo que existe en mi arte”, expresó Mamani-Mamani.

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COSMOVISIÓN

En la obra de Mamani-Mamani se encuentras los tres niveles del mundo que el hombre andino aprecia. El Apalacha, mundo de arriba donde se encuentran las aves; el Acapacha, nuestro mundo conformado por las plantas y los animales; y el de abajo, el Mancapacha, donde habitan los antepasados y se guarda el registro de lo que ya sucedió.

“Tenemos una apreciación del mundo como lo vemos, donde cada cosa está en armonía. Esto hace que el hombre andino conozca todos los niveles y se integre en ellos. El mundo andino se preocupa por todas las formas de vida, mientras la cultura occidental se preocupa solo por el hombre. Creo que esto es un aporte importante para el mundo. Yo trato de expresar en mi obra todo ese concepto”, agregó.

La obra de Mamani-Mamani también posee una influencia europea: ángeles bordados con la energía andina y soldados europeos visitando las comarcas que existen entre las cordilleras. Estos personajes son pintados con el mismo amor que expresa en los cuadros donde es protagonista su cultura Quechua.

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Foto tomada del diario Eldeber.com.bo

Al finalizar cada pintura, Mamani- Mamani siente que ha cumplido con su misión en el mundo. Tal como el mismo dice: “Soy un mensajero de la cosmovisión andina. Pienso que mi función en la vida y mi trabajo ha sido para pintar todas estas formas, colores y símbolos. Ese es mi aporte como ser andino. Creo que cada uno de nosotros va aportando algo a esta vida y yo lo estoy haciendo con el color”.

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