Generosidad y compromiso en la poesía de Nazim Hikmet

Si soy asesinado,
sé que entre ustedes seguiré viviendo:
Yo estaré en los poemas de Aragón
(en su verso que canta la dicha del futuro),
Yo estaré en la paloma de la paz, de Picasso.

Nazim Hikmet

Escribir poesía es un acto de generosidad. Es priorizar la sensibilidad antes de arrojar la piedra. El poema es hijo de cualquier emoción: rabia, amor, revolución, tristeza, ansiedad, calma, ventura… En tanto producto artístico, funciona para mostrar cómo la palabra puede transformar cualquier eventualidad en una pieza representativa de nuestra dimensión humana y creadora.

El arte, aunque en su expresión más fina sea elitista, define las épocas y los estilos de los pueblos. Me resulta imposible hablar de Nazim Hikmet sin mencionar cómo toda su vida y obra ayudaron a forjar una sensibilidad para su país. Su obra constituye un ejemplo vivo de ese minuto previo al acto de arrojar la piedra que, en su trayectoria hacia el lector, habrá de transformarse en palabras que inmortalizan el amor, la simpleza de las tardes, los desencuentros de la vida y la esperanza.

Leyendo mi ponencia. Me acompaña en el panel el poeta uruguayo Julio Pavanneti.

Nazim fue un poeta con un deliberado compromiso político. En su ajetreada labor artística demostró que más allá de escribir poesía primaba el interés de ser leído por aquellos hombres y mujeres necesitados de una voz íntima y amiga. A los poetas revolucionarios de su tiempo les sugirió no sólo reflejar el alma de su pueblo sino darle una dirección. Su compromiso político fue, ante todo, un compromiso estético y humanístico.

Para él ser revolucionario significaba algo más que llevar la contraria al establecimiento, a los poderosos o naufragar en la poesía partidista. Según se desprende de su poesía, el acto más revolucionario del ser humano es la generosidad. Nazim Hikmet, consciente de este conocimiento esencial —como todo gran poeta—, decidió ser un autor generoso con el hombre corriente, es decir, comprensible en sus metáforas e intenciones comunicativas y poéticas. Es, desde mi lectura, la manera más honesta y artística de ser un poeta comprometido: de revelar y de decirlo bien y para siempre.

En el panel: Annabell Villar, poeta uruguaya; Müesser Yenay, poeta turca y moderadora del panel; Julio Pavanetti, poeta uruguayo; y Annabell Manjarrés, poeta colombiana.

En una conversación sostenida con Ekber Babayev, Adam Yay, entre otros artistas, Nazim resumió con total claridad su poética del compromiso:

En Estambul, escribía para que me lo imprimieran, para que me leyeran con los ojos. Pero en Anatolia comprendí que era preciso leer los poemas en voz alta, para el pueblo. (…) Entonces me dediqué a escribir poemas sonoros, con rima y expresiones populares (…). Pero cuando estuve encarcelado, comprendí otra cosa: que se puede tener a un solo hombre por todo auditorio y, a través de él, hablar a toda la humanidad. Sin gritar: en voz baja, con una entonación muy de charla, muy íntima.

Es cierto, escribió para ser leído, para movilizar, pero sobre todo para llegar a sus semejantes, más allá del simple compromiso explícito. A su preocupación por traducir las emociones y experiencias que otros simplemente no pueden expresar, llamo generosidad en la poesía de Nazim Hikmet: una poesía en la que predomina el propósito de colocar en un mismo nivel al poeta y al lector. En la conversación arriba citada, el poeta expresó con precisión y angustia artística este empeño de su poética:

Hablo tanto de amor como de paz, de revolución y vida, de la felicidad, del destino, de la esperanza y la desesperación. Quiero que todo lo que es propio del hombre lo sea de mi poesía. Quiero que el que me lea pueda encontrar, en mí o en nosotros, la expresión de todos sus sentimientos.

Panel «Nazım Hikmet, Peace and Poetry» celebrada el 6 de mayo de 2017 en el centro de exposiciones y eventos Cemal Süreyya en Atasehir, Estambul (Turquía).

La universalidad y la variedad temática de la poesía de Nazim denotan a un autor de elevada sensibilidad. No sólo el amor habló a través de sus poemas, sino la paz alcanzada en las oscuridades de las celdas de una Turquía muy confundida para entenderlo y en un mundo enrojecido de dictaduras de todo tipo. Fue muy consciente de su encrucijada como hombre y poeta, pero no renunció al credo de la generosidad, que es su testamento y su mayor legado:

Me han cerrado todas las puertas
todas las cortinas
ni un pañuelo de azul
ni un puñado de estrellas.
Amor mío, ¿es que va a sorprendernos aquí la muerte
sin que podamos salir de esta ciudad?

(“Me han cerrado todas las puertas”)

Nazim Hikmet, poeta turco. (Salónica, Imperio otomano, 20 de noviembre de 1901-Moscú, 3 de junio de 1963).

Revolucionario y comprometido a su leal manera, Nazim Hikmet fue, por encima de muchas circunstancias, un humanista y un gran poeta. Su compromiso por la paz y la vida se manifiesta en el estilo, la delicadeza y la forma con la que escribía sus poemas, incluso en los momentos más turbios y desolados de su vida: fue siempre un poeta un poeta inspirador.

Yo no estoy en prisión ni en huelga de hambre.
Me he tendido en el césped, esta noche de mayo,
Y los ojos de ustedes me miran de muy cerca,
lucientes como estrellas,
En tanto que sus manos
son una sola mano estrechando la mía,
como la de mi madre,
como la de mi amada,
como la de mi vida.

(“El quinto día de huelga de hambre”)

En este poema, como en muchos otros, Nazim es más revolucionario que cualquier autor de manifiestos, pues sin acudir a la condena y a la revuelta, transmite esperanza y fortaleza a quienes creen en otra posibilidad de existencia. Tal vez a esta generosidad, tan evidente en su poesía, haya que atribuir su condición de poeta por encima de toda denominación política, geográfica y circunstancial. Esta responsabilidad con la palabra y el lector es, a mi juicio, una lección para los poetas que luchan con su arte en países dominados por la opresión y la injusticia.

En mi país, Colombia, la guerra, la violencia y la opresión han sido temas frecuentes en nuestras letras. Son muchos los poetas colombianos que han abordado los estragos y horrores del conflicto armado y la guerra sucia, aunque también, las posibilidades de reconciliación derivadas del acuerdo de paz firmado entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP el 26 de septiembre de 2016.

Müesser Yenay mientras me hablaba de Mustafa Kemal Atatürk, líder de la Independencia turca, y de Kemal Kılıçdaroğlu, actual líder del Partido Republicano del Pueblo.

Una muestra de tales estragos la ofrece el reconocido poeta colombiano Horacio Benavides:

Te metieron en una bolsa negra
y te llevaron al monte
yo por entre los matorrales los seguí
Los hombres decían chistes
cavaban y reían
Cuando las cosas empezaron a calmar
fuimos al monte y te trajimos a la casa
para que no te sintieras solo, hermano
Ahora estás en el solar
A tu lado sembramos un ciruelo,
el que da las frutas que tanto te gustan
y todos los días lo regamos con agua
y con lágrimas.

(“Te metieron en una bolsa negra”)

El histórico acuerdo representa, a pesar de los detractores en una sociedad polarizada como la nuestra, una posibilidad para las regiones y las poblaciones más afectadas por un conflicto de más de medio siglo. Esperamos que sea igualmente una oportunidad para la poesía, la ciencia y el bienestar.

Santa Marta, abril 25 de 2017

Conferencia escrita para el panel «Nazım Hikmet, Peace and Poetry» celebrada el 6 de mayo de 2017 en el Centro de exposiciones y eventos Cemal Süreyya en Atasehir, Estambul (Turquía).

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