* De la Ciénaga Grande dijo García Márquez que era un vasto universo que carecía de límites. Gabo exageró, por supuesto. Sabemos que sí los tiene y que en ella viven poblaciones concretas que esperan no el regreso de los gitanos, ni la mano de Dios, sino la mano visible del Estado colombiano.
Por Annabell Manjarrés Freyle

Desde Tasajera se observa la Ciénaga Grande del Magdalena como un océano interno. Posee 4.280 kilómetros cuadrados de los cuales 730 son de agua. Sus aguas son un gran espejo que refleja los cielos azules y despejados del Caribe colombiano. Su horizonte evanescente hace imposible creer que, más allá del alcance de la vista, de sus aguas, dulce por el río Magdalena y salada por el Mar Caribe, tres insólitos pueblos leviten desde hace más de un siglo.
UN VIAJE AL CENTRO DE LA CIÉNAGA
En el lapso de dos horas en lancha desde el muelle de Tasajera hasta Nueva Venecia, se disfruta de un recorrido exótico entre las aguas de la ciénaga, el cielo azul y la cadena de mangles que se observan a lo lejos. Antes de llegar al primer pueblo, un túnel de mangles nos espera con su exuberante vegetación. En el camino encontramos pescadores en las orillas del manglar, algunos llevan a sus hijos a tomar un baño, y otros lavan sus canoas. En 2009, vivían en la Ciénaga Grande 276 especies vegetales terrestres, 300 morfotipos de algas, 144 especies de peces, 102 especies de moluscos y 190 especies de aves.
El ecosistema del manglar es un hábitat biodiverso en el que existen especies endémicas como el colibrí nativo y recibe a miles de aves provenientes de Norteamérica. Estas aves emigran en épocas de invierno hasta las cálidas lagunas de la ciénaga, lo cual la convierte en uno de los lugares de avistamiento de aves migratorias más espectaculares del mundo.

Al llegar a Nueva Venecia, el pueblo más grande de los tres, los niños se emocionan y saludan a los visitantes. Los adultos observan desde la puerta de sus viviendas flotantes a todo el que llega. En cada casa hay una o dos canoas que pertenecen a las familias y les sirven para transportarse a la tienda, la iglesia, el colegio o el campo de fútbol. Esta población pesquera ha tenido décadas de paciencia para llevar tierra en sus canoas y construir el suelo firme sobre palafitos donde hoy se encuentran la iglesia y el campo de fútbol.
La vida tranquila que se respira sobre el agua es a su vez poco convencional. En una de las plataformas palafíticas, los pescadores ponen al sol la lisa con sal para comerla seca. Los niños de la jornada de la mañana salen de clase y cruzan el puente de madera para regresar a sus casas. La gente de estos pueblos se une en una gran familia en medio de la nada, tapando unos con otros, los huecos que no alcanzan a tapar las tablas viejas y ralas, que han soportado mareas altas, brisas, sol, lluvias y escasez. Pero como en todo buen pueblo Caribe nunca faltan los billares y una buena tanda de cervezas para descansar de las faenas de pesca. En algunos estaderos escuchan música vallenata y en otros bailan champeta.

AUSENCIA DEL ESTADO
Cada vez que una canoa sale de un lugar a otro, del agua brota un olor fétido. Esto es de esperarse, pues los servicios de alcantarillado y agua potable nunca han existido allí. El agua de consumo es llevada en bongos desde el río Aracataca hasta sus hogares.
En vista de la complejidad del asunto, la Gobernación del Magdalena, en 2009, en colaboración con entidades nacionales, internacionales y privadas, diseñó una estrategia integral para erradicar la extrema pobreza que beneficiaría a las 427 familias de los pueblos palafíticos: Nueva Venecia, Buenavista y Trojas de Cataca. Para ello, propusieron entre otras acciones recuperar el ecosistema, amenazado desde la construcción de la carretera Ciénaga-Barranquilla, que impidió el adecuado intercambio de aguas salada y dulce, principal fuente de vida para el mangle y seres que lo habitan.
Los problemas ambientales de la ciénaga han contribuido al deterioro económico y social de estos pueblos. Al vertimiento de aguas residuales, se suman los desechos químicos utilizados en los cultivos de banano y palma.

Hasta hoy, las obras prometidas siguen en fase de diseño. Para que estos pueblos se conviertan en destinos turísticos exclusivos y sus poblaciones se beneficien de la actividad, se requiere de mayor acompañamiento gubernamental. Impulsar la Reserva de la Biósfera Ciénaga Grande de Santa Marta es una inmejorable oportunidad, pero esta, después de 16 años de haber sido establecida por la Unesco, sigue sin desarrollarse. Recientemente, en el Encuentro de Reservas de Biósfera en Colombia: Desarrollo y Paz, realizado en Santa Marta, quedó muy claro, por parte de las autoridades de la Unesco, que si en cuatro años esta reserva no establece su consejo de gestión corre el riesgo de perder su catalogación. En el Foro Reserva de Biosfera en Colombia, desarrollado en el marco del Encuentro, la gobernadora Rosa Cotes se comprometió a impulsar la creación de los consejos de gestión tanto de esta reserva como el de la Reserva de la Biosfera Sierra Nevada de Santa Marta. Aprovechó la mandataria el espacio para firmar un convenio de cooperación con la Reserva Mundial de la Biósfera La Palma, representada por su gerente Antonio San Blas.
MUERE LA CIÉNAGA GRANDE

La agonía de la Ciénaga Grande de Santa Marta fue noticia nacional este año. Las impactantes imágenes que publicó la Revista Semana, en su portal web en agosto, no dejan duda del deterioro del estuario. Mientras que la Gobernación del Magdalena dice que no tiene recursos para contrarrestar el daño, toneladas de peces mueren y menos de 178 kilómetros cuadrados de mangle sobreviven de los 511 que existían en 1995. En septiembre de 2015, la Ciénaga Grande de Santa Marta sufrió un incendio forestal que tardó varios días en ser controlado. Además, la expansión agrícola y ganadera indiscriminada que ha afectado la salud de la ciénaga, habla por sí misma de la influencia que las élites del departamento tienen sobre estos territorios. Esta situación constituye una traba a la hora de garantizar los flujos de agua dulce y establecer usos sostenibles en beneficio de las comunidades de los tres pueblos de la ciénaga.
La Ciénaga Grande está amenazada por la construcción de diques ilegales, la deforestación de amplias extensiones de terreno, la quema de mangle para expandir la agricultura, y por la caza ilegal de la fauna silvestre para su exportación. La minería ilegal es otras seria amenaza.

UNA MASACRE
En la madrugada del 22 de noviembre de 2000, los habitantes de Nueva Venecia fueron víctimas de una de las peores masacres perpetradas por los paramilitares en suelo colombiano: 45 pescadores fueron asesinados por el comando ‘Walter Úsuga’, liderado por alias Giovanny. Según el ex comandante de las AUC Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, fueron “hechos de guerra”. Seis años después, Jorge 40 y mil de sus hombres se desmovilizaron dentro del Proceso de Desmovilización de las AUC. Diez años más tarde, las víctimas de Nueva Venecia siguen lamentando la injusticia y el olvido al que han sido sometidas por parte del Estado.
TERRITORIO DE PAZ
16 años después de esta masacre, los Pueblos Palafíticos esperan que el turismo sea una fuente adicional y permanente de ingresos. Se espera que, en el marco del Nuevo Acuerdo firmado con las FARC-EP, el Estado inyecte los recursos que permitan restaurar el ecosistema y garantizar condiciones dignas de vida a estas poblaciones. Asimismo cabe esperar que la Reserva de la Biósfera Ciénaga Grande de Santa Marta desarrolle sus instrumentos jurídicos, administrativos, económicos y sociales con miras a mejorar sensiblemente su calidad de vida. Para este último efecto, la Gobernación del Magdalena tiene que activar, en los próximos meses, el convenio recién firmado con la Reserva Mundial de la Biosfera La Palma. Los asistentes a los talleres sociales realizados durante el Encuentro se mostraron muy ilusionados con la implementación de los alcances del convenio. Corresponde al Gobierno Departamental, en cumplimiento de la Hoja de Ruta diseñada al final del evento en el Hotel Zuana, adelantar las primeras gestiones que permitan que, en el segundo semestre de 2017, entren a operar los consejos de gestión de las dos reservas de departamento.
