“No quiero decir que tengo una hoja de vida extensa pero en verdad tengo una de las más nutridas”, así lo expresó la periodista y escritora Flor Romero durante su estadía en Santa Marta. Esta escritora posee una trayectoria de cargos, viajes y oportunidades que han sido pretextos, además, para escribir 52 libros, entre ellos biografías de mujeres destacadas en la historia y una “mitoteca” que selecciona mitos y leyendas de América.
Flor Romero también fue seis veces embajadora de Colombia en Francia durante los gobiernos de los expresidentes Julio Cesar Turbay y Alfonso López Michelsen. Después de su labor como diplomática en París, trabajó en la oficina de relaciones públicas de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y, con esta disculpa, escribió un libro sobre el café, denominado El Dorado Café. Es una obra en la que la autora describe cómo se cosecha la semilla, los cantos de las mujeres que lo siembran, la influencia del café en la pintura y la música y, además, aporta un recetario.
Desde que era niña, en Calamoima, Guaduas, cuando le pedía a su tía que le contara historias -no los cuentos de los Hermanos Grimm-, a la pequeña Flor le interesaban las leyendas de su pueblo, pues le parecía asombroso vivir en medio de un escenario mitológico. Desde su época en el colegio, supo que tenía que buscar la forma de reivindicar la historia de la mujer en la sociedad. El mito fue la luz que le dio el impulsó para volver a examinar el origen de los pueblos.

LA MUJER ES UN MITO
La iniciativa de estudiar la historia del papel de la mujer la llevó a la mitología, pero ¿cuál es el papel de la mujer en la mitología?
La mujer ha tenido un papel importante en la mitología. Ella ha sido chamana y líder espiritual. ¿Cuántas curanderas hay en nuestra sociedad que han sido mal vistas como brujas?
En 1960 funda la Revista Mujer ¿Qué contenido le imprimió usted a esta revista?
Mujer contenía lo que yo concibo debe tener una revista para mujeres. Abrí una ventana a las mujeres para que contemplaran la vida, porque estaban en su casa encerradas, cocinando, barriendo, criando muchachitos. Esta revista contenía entonces temas de política, explicaba cómo funcionaba la política o la economía. Tenía encuestas, artículos culturales. Era una revista para mujeres pero también me colaboraron hombres como Gonzalo Arango, el poeta nadaista; Fanny Buitrago, y Elena Araujo. Toda una pléyade de personalidades. También tenía corresponsales en otros países, por ejemplo, una columnista francesa que era la ‘Doctora corazón’, quien se encargaba de habar de temas del amor. La gente aún cree en el amor. En una revista esto puede corresponder a algo banal pero es un tema muy importante tanto para hombres como para mujeres, porque es una fuerza que mueve montañas. Todo esto se publicaba en la revista en una época en donde no se pensaba que se podría aprobar el voto femenino en Colombia, ni la píldora anticonceptiva. Eventos importantes del siglo pasado.
¿Cómo empezó su pasión por escribir biografías?
Después de París me fui para México D.F. a hacer un scout para una editorial; allí me encargaba de seleccionar a los franceses susceptibles de ser traducidos al español. Duré 19 años en eso. Estando allá le regalé tres libros a los mexicanos: la novela Malintzin, la princesa regalada, una mujer que aunque algunos mexicanos la odien es, sin duda, una persona muy importante de su historia. También les escribí: El ombligo de la luna, un libro de cuentos míticos. De hecho, cuando me presentaron a Federico Reyes, un pensador muy interesante de México, se preguntó: “¿Por qué una colombiana escribe sobre nuestros mitos? Ya sé -dijo-, es que ella ve donde no vemos”. Esa excusa fue válida. A veces, uno como extranjero ve donde los otros no ven. Después escribí la biografía de Gabriel Figueroa, uno de los más representativos directores de fotografía del cine mexicano. Trabajar con él fue para mí, una desconocida en el medio, una experiencia decisiva. Aprendí mucho sobre cine.

Escribí, más tarde, la biografía de Alfonso López Michelsen, uno de los grandes hombres de Colombia. La enfoqué de una manera muy sencilla. La biografía del hombre en su cotidianidad. Fue un privilegio para mí que me diera su primera biografía, la primera edición se tituló López polémico y polemista; la segunda Alfonso López de cerca.
Después vino la biografía de Manuel Elkin Patarroyo. Pienso que la biografía que hice sobre él debería estar en todas las escuelas de Colombia, pues su historia es una inspiración para los niños que no tienen quién les financie sus aspiraciones científicas y académicas; y que a base de tesón llegan lejos. Esta biografía, Manuel Elkin Patarroyo, un científico mundial, está agotada, y estoy esperando el mecenas que me la edite porque creo que este libro sí se debería seguir leyendo en las escuelas. Patarroyo junto con Rodolfo Llinás son dos estrellas en el firmamento científico colombiano.
¿Cuántas biografías de mujeres ha escrito?
Escribí muchas antes de Mujeres inolvidables, que es una recopilación de las biografías de mujeres destacadas, hay 19. Con Gloria Pachón, viuda de Luis Carlos Galán, nos asociamos para escribir un libro sobre las mujeres destacadas en Colombia. Este es un trabajo al que deberían acercarse más seguido. Las mujeres siguen en el jardín de las violetas de la patria. Trabajan como locas pero rara vez las reconocen.
¿Este es un trabajo que deberían hacer las mujeres mismas?
Las mujeres, como somos madres, vemos la vida de otra manera. A mí se me facilitan mucho los personajes femeninos porque uno ha parido, sabe qué es un embarazo y vive las consecuencias que quedan en el cuerpo para toda la vida. Hay magníficos escritores que han escrito sobre mujeres y temas femeninos, pero las mujeres tenemos la capacidad de moldear ese barro que es la literatura femenina porque lo hemos sentido en carne propia.
Tengo una novela que se titula Los sueños del poder, obra con la que me gané el Premio Ateneo de Sevilla. Esta novela trata sobre el papel de una mujer en el poder. Yo pienso que una mujer en el poder hace cosas distintas, ya que sabe priorizar lo importante así como lo ha hecho siempre en la economía del hogar.
¿Usted considera que la mujer se está destacando o aún hace falta mucho para ello?
Creo que estamos crudas. Deberíamos ser muchas mujeres más en el parlamento. Tal vez no tienen suficiente dinero para que las elijan, porque tal parece que cada campaña cuesta mucho o tal vez por ese hándicap terrible de la mujer que siempre ha tenido miedo a que la maltraten o la menosprecien. Por eso, en mi novela, Los sueños del poder, mi personaje lucha contra todo el machismo del contendor que es un hombre llamado Napoleón Guerra, pero al final se resignó. Lo que hizo fue reposarse. Esta mujer luchadora de mi novela pertenecía a una sociedad protectora de animales y a cada uno de sus perros le puso el nombre de los ministros que fueron sus enemigos (risas).
¿Cuáles son las colombianas más importantes actualmente?
Hay muchas y deben hacer muchas violetas por ahí escondidas (bromea). Hay pintoras, narradoras, pianistas. ¡Muchas!
¿Qué de los personajes que ha creado, la siguen acosando en la realidad?
Policarpa. La Pola fue una muchacha de pueblo que se sacrificó por la libertad. Siento como si la conociera en vida y estuviera dictándome cosas. Pero también debo reconocer que hay muchos escritores que me susurran al oído, porque lo que uno escribe no solo es fruto de lo que uno ve, o de lo que uno percibe; también son las lecturas que se han hecho.
¿Qué escritores la han marcado?
Los que me han influenciado en la vida son Fiódor Dostoyevski, Tolstoy, Proust, Kawabata, Kafka. Todos ellos viven en el altar de mi cerebro.
Pero son más. Un libro que leo casi cada dos años es la Odisea, me parece magistral. Recoge en sus páginas todos los mitos de la época griega y, como yo trabajo los mitos, me gusta saber las historias de otras partes del mundo para saber si hay alguno que se parezca a los nuestros. Es por eso que Homero me parece del otro mundo. Y bueno, también hay escritoras mujeres, una de ellas es la gran Virginia Woolf.
LOS MITOS
Flor Romero posee una obra en investigación sobre los mitos de Latino América que ha denominado La Mitoteca Americana.
Sí. Esta colección reúne 400 cuentos basados en mitos, ritos y leyendas de América. Son en total 26 libros. Algunos títulos son La Ruta de El dorado, El Amor es un mito, América cuenta sus mitos, El día que Condoresa extravió su plumaje, El ombligo de la luna, Así amaneció en Siboney y Cuentos de Cundinamarca.

De los mitos que ha conocido, tanto de Latinoamérica como de Colombia, ¿cuáles han sido aquellos qué más le han impactado?
Hay una cantidad de mitos, los génesis que son los fundacionales. Por ejemplo, cómo nació el pueblo Wayuú, el Maya, el Muisca. Hay leyendas de personajes que trascienden la historia y nadie sabe de dónde vinieron y hacia dónde se fueron: Bochica, Bachué, Viracocha, Quezacoalt. La historia de El Yurupary es una saga del Amazonas que se la contaron a un investigador de Italia y éste la publicó en italiano.
El Yurupary es una historia de nuestras etnias del Amazonas de cuando las mujeres gobernaban. Llegó entonces un señor llamado Yurupary que tocaba la flauta y dijo que era el enviado del sol. El Yurupary quitó el mando a las mujeres, a tal punto que no las dejó intervenir en política y amenazó con volver de piedra a las que intentaran meterse en los temas públicos.
Es uno de los grandes mitos y yo lo recreé. También hay otros que ya están contados pero yo les incluyo mi fantasía. Precisamente, uno de los próximos libros que publicaré será Los grandes mitos de América, en el que retomo los mitos desde Canadá hasta la Patagonia, entre ellos la Araucamia y el Yurupary.
¿Ha trabajado los mitos de los indígenas de la Sierra Nevada?
Es uno de los que más me gustan, por eso digo que me encanta venir a Santa Marta. Aquí uno se da en las narices con la historia. Uno camina y los ve por ahí con sus atuendos, sus mochilas, mambeando. Me parecen apariciones del más allá. Trabajé una génesis de los Koguis que se titula Los nueve mundos Koguis. Esta obra fue publicada en la revista de la Unesco en cinco idiomas. De La Guajira hay unos mitos bellísimos sobre los matrimonios Wayuú, uno sobre Marieba; y, del Magdalena, el Hombre Caimán.
En el Magdalena hay mucha historia. Sus mitos, además, están vivos. Eso es un privilegio para uno como narrador. Estoy empeñada por eso en dejar herencia de mi continente, que en Colombia se sientan orgullosos de que hubo alguien, y más una mujer, que estuvo indagando en los vericuetos de los mitos de antepasados y literaturizándolos para que queden en la historia.

Todo un desafío el suyo…
Además, pretendo con mi trabajo que los mitos de América se universalicen. Nuestro continente apenas empieza a figurar en la historia. Yo espero que algún día estos cuentos trasciendan y que, así como nos cuentan la historia de Caperucita Roja y el Gato con Botas, los asiáticos, los europeos y africanos sepan quién es Bochica o cómo es el matrimonio de los Wayuú.